miércoles, 4 de diciembre de 2013

Plasman visión interior

http://www.elvigia.net/general/2013/12/2/plasman-vision-interior-142921.html


Ensenada, B.C. - Para que las personas con discapacidad visual tuvieran la oportunidad de plasmar sus conceptos y expresiones estéticas, participaron en el taller de pintura "Ojos que no ven, corazón que pinta” en la Unidad de Atención a Grupos Vulnerables de la Secretaría de Desarrollo Social. 
Carlos Molina, "Karlomo”, escultor, pintor y maestro en Artes Plásticas, fue el encargado de impartirlo, y también recibieron patrocinio a cargo de los integrantes de ProArte Ensenada; las actividades fueron realizadas el sábado 30 de noviembre.  
"Estamos trabajando a base de formas, con las manos, diferentes materiales y algunas herramientas para ubicar círculos, cubos, líneas e hilos. Es para ubicación dentro del cuadro. Cada quien utiliza diferentes materiales para trabajar”, explicó.
Al taller acudieron diez personas, entre ciegos y débiles visuales. 

Buscan derecho a la cultura 

Raúl de la Rocha, coordinador del Área de Discapacidad de la Unidad de Atención a Grupos Vulnerables y coordinador de la Semana Nacional de PersonasRaúl de la Rocha, coordinador del Área de Discapacidad de la Unidad de Atención a Grupos Vulnerables y coordinador de la Semana Nacional de Personas con Discapacidad, refirió que el 3 de diciembre –Día Nacional de Personas con Discapacidad– será montada una exposición en la Plaza Cívica de la Patria. 
"El taller tiene el propósito de abrir el derecho a la cultura: estamos muy limitadas las personas con discapacidad en el aspecto cultural y esta es una oportunidad de que ellos expresen, como cualquier otro ser humano, lo que sienten, lo que quieren externar y plasmarlo”, remarcó. 

Taller: "Ojos que no ven, corazón que pinta”
Instructor: Carlos Molina, "Karlomo”
Participantes: 10
Exposición: 3 de diciembre, Día Internacional de Personas con Discapacidad 
Lugar: Plaza Cívica de la Patria 

martes, 1 de octubre de 2013

PETiT PiERRE

A PETiT PiERRE le gustaba decir que nació "sin terminar". 
Medio ciego, casi sordo y mudo, no aprendió jamás a leer ni a escribir. A la edad de siete años lo retiran de la escuela para confiarle el “oficio de los inocentes”: pastor. 

En los campos, Petit Pierre observa la naturaleza, los animales, los hombres que trabajan. La invasión de las máquinas en la vida del hombre le deja perplejo y pasa sus días analizando el movimiento de los aparatos con los que se topa. 
Solitario y fascinado por la velocidad a la que cambia el mundo, pasa casi cuarenta años creando este carrusel, un juego giratorio, una máquina poética de belleza singular, de tal complejidad mecánica que ni los ingenieros logran explicarla y que aún hoy sigue girando con ensordecedor chirrido de hierros.